Higuaín guió al Madrid bajo la nieve, en un partido ártico que gobernó el equipo de Pellegrini sin demasiado gasto y en el que manseó más de lo previsto el Mallorca. El argentino se apuntó un gol en el comienzo de la primera mitad y regaló otro a Granero a vuelta de vestuario. Todo a bajo cero y sin emoción. La noche polar dejó, eso sí, dos lesiones más en el Madrid: Van der Vaart y Xabi Alonso.
Con cuatro delanteros, con tres o con dos y un mediapunta como ayer, el Madrid primero pega y luego pregunta. Ante el Mallorca volvió a entrar con un puñetazo en la mesa, de Higuaín, definitivamente un tapón para Benzema. El argentino salió escocido de Pamplona, donde derrochó la ocasión más potable del duelo. Esta noche, en condiciones meteorológicas más adversas y en posición menos clara, despachó un izquierdazo lejano y cruzado de salida inalcanzable para Aouate. Sus goles retratan bien su carrera: le va el viento de cara.
Alcanzado el fin, el Madrid cuidó entonces los medios, dominó al Mallorca y exhibió cierta suficiencia sin traducción aritmética. Cristiano estuvo en casi todo, menos en el remate. Perdió el 2-0 por controlar un gran envío de Arbeloa que aconsejaba un remate de primeras, pero activó el ataque blanco. También puso empeño Kaká, que volvía para recomponer su reputación y volver a meterle metros a Van der Vaart, un gran recambio y un buen competidor que dejará de serlo por un tiempo. Pellegrini le dio la razón cuando proclamó que era compatible con el brasileño pero la pareja se rompió cuando el gemelo izquierdo del holandés se rindió a los 18 minutos.
En cualquier caso, el Madrid se vio abocado al juego directo porque Xabi Alonso se perdió en la nevada, con una imprecisión desconocida en él, y sin el auxilio de Gago.
El Mallorca tuvo más ocasiones que juego. Es el máximo exponente de la ilógica del fútbol, donde el estado del bienestar no explica bien la clasificación. Compareció en el Bernabéu con ocho jugadores de la campaña pasada, buen resumen de una pretemporada casi dramática, con refuerzos baratos y cerrados sobre la bocina. Pero se ha movido bien en esa penuria económica hasta presentarse en Madrid en plaza de Champions. Mérito de su director de recursos humanos, Gregorio Manzano.
Sin embargo, fuera de Palma, el equipo ofrece menos alma. Presionó poco arriba y sólo el buen toque de Borja, Julio Álvarez y Castro le llevó tres veces ante Casillas con opciones de empate. Y allí se desmayo. Un cabezazo de Castro y un mano a mano mal resuelto por Julio Álvarez avisaron a la zaga del Madrid, en la que Garay sigue por encima de las previsiones más optimistas.
Anduvo más cerca del gol el Madrid, especialmente mientras estuvo Van der Vaart, pero se enredó en el último pase o directamente ante las narices de Aouate. Hasta allí llegó lanzado Kaká mediado el primer tiempo sin encontrar puerta. Aguantó el brasileño poco más de una hora sin mejoría espectacular, pero merece la pena esperarle.
Otro martillazo
Del descanso también regresó con el martillo el Madrid. Y volvió a empuñarlo Higuaín, que se deslizó bien sobre la nieve por la derecha y colocó una pelota en el segundo palo que Granero empalmó de volea con la izquierda a la red. Ese 2-0 hizo más cauto al Madrid y fue un mensaje descorazonador para el Mallorca. Uno y otro hecho le quitaron sal al partido.
Pellegrini le dio un rato a Benzema y Manzano quiso agitar el partido con Keita, cuya velocidad hace daño cuando decaen las energías. Dos maniobras insuficientes para devolver el vigor al choque. Higuaín no acertó ante Aouate dos veces en un solo minuto y Xabi Alonso se retiró lesionado, segunda mala noticia para el Madrid en la gélida noche. Eso permitió el regreso de Guti, un punto final a su largo castigo, que se inició el 27 de octubre cuando el 'Alcorconazo' le calentó la boca en exceso. Y el partido murió con un error clamoroso de Cristiano en boca de gol a pase de Higuaín. Siempre Higuaín. Bueno para el Madrid y desesperante para Benzema.
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